Aleteaba entre la nada y los grises oscuros,
mar de fondo arremolinado por miedos iracundos y certezas azul ennegrecido.
En el horizonte una mirada traspasada de amor era mi guía,
pero las alas se hicieron piernas
y tuve que aprender a caminar sin vuelo.
Fue ahí que apareciste vos
curando cada llaga de mi piel doliente,
cicatrizando cada hilo de sangre de mi vientre,
Enseñándome a sonreir de otra manera.
Madera pura y decidida.
Perfume de narvos y lavandas.
Nada se compara desde que vos llegaste.
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