En la esfera circulante del dormir, a veces avanza una mujer ligera. Pelo de cobre y mirada directa. Entra segura aunque deba caminar sobre los vidrios molidos que dejó el tiempo. Ella siempre ordena. En mi mueble preferido guarda los sueños que yo olvide en el piso, acomodàndolos junto a fotos de desconocidos que conservo por las dudas. Pone tanto empeño en
entenderme que podria ser madre. Ni yo ni ella hablamos. No nos une la
palabra. Sus ojos saben de mi más que mi propio espejo. Yo solo se de
ella que de vez en cuando me visita cuando reina el silencio. Que no
tiene horarios ni fechas. Y que se va desvaneciendo en la misma forma
en que la luz besa a la mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario