martes, 12 de noviembre de 2013
De velos escondidos
Giro sobre los velos escondidos
como el que despierta de un lejano sueño.
Ahora sos vos y vos
el que está al borde del famoso precipicio,
pero es mi garganta la que exclama el grito muerto.
Desnuda de fantasmas
me persigno mientras los contemplo
perdonándose y volviendo a la vida.
Encallados en la nada por mucho tiempo,
ahora me usan
para que yo les de mi piel y mis tormentos,
mientras abrazan mi centro como un zarpazo de león.
Cuerpos que se alteran,
nacen,
mueren
y vuelven a nacer,
bocas que atragantan besos y desprecios,
manos que no tocan,
sombras de incomprensiòn.
En el fondo,
la cenizas abren los ojos de los que no veían antes.
Yo, pura y bestial en este instante,
te recojo del silencio y me protejo
en tu sangre y la mía.
Entonces,
la tarde llora penas, limpia lo escondido
y lo hace exhalación.
En este tiempo que nunca ha existido,
nadie es lo que parecía ser,
ni siquiera el suspiro que nos calma.
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